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introducción: "Budia,... manantial de la Alcarria"


Es conocido que el poblado de Budia existía ya en el año 1388, y siendo, como debía ser, una de las villas arrancadas definitivamente por Alfonso VI a la dominación sarracena, es claro que tenía que existir con anterioridad a dicha fecha, opinión que hace elevar su origen a mayor tiempo, porque su buena situación topográfica, aires, aguas, productos y clima no es posible que pasaran desapercibidos de los moros, y aún de los godos, romanos y primitivos pobladores de España, para que en ella no se establecieran.



Budia además, es el corazón de la Alcarria por estar ubicada en el centro de esta comarca, camino de ríos y sendas aromáticas. Al-carria significa “el camino”, en un viejo ibérico del que aún vivimos en el cotidiano hablar y andar, - según nos cuenta mi amigo Antonio Herrera Casado en su artículo “recuperando a Cela por la Alcarria”- , precisando que existen mil ejemplos en nuestra tierra, de la que sin exagerar “todos son caminos”, antiguamente, de tierra, ahora de asfalto, y a salto de mata, entre los cerros, por donde quieras, alumbrando nombres como “carralafuente” (camino a la fuente), que unen con frecuencia la huella de sus sendas, con la de sus numerosos arroyos .

Se encuentra por tanto esta preciosa villa en la confluencia de varios arroyos rodeados de cerros que forman el valle de la Vega, de fértil suelo y exuberante vegetación. El arroyo que lo recorre vierte sus aguas en el río Tajo embalsado en el pantano de Entrepeñas.

Asentada en la falda de una montaña y rodeada de otras muchas, cuyas vertientes van a reunirse a sus pies, se halla dominando un océano de vegetación: sus infinitas huertas, pobladas de toda clase de árboles frutales; sus murmuradores arroyos, que por todas partes las cruzan y riegan por cauces naturales; sus frescas fuentes, con el ofrecimiento continuo de sus cristalinas aguas; sus encantadores barrancos, donde no penetra el calor del estío; sus poblados olivares, casi por completo coronándola de perpetua verdura; sus aires purísimos, saturados de mil efluvios olorosos, despedidos por el romero, salvia, tomillo y ese ejército de plantas que solo en esta parte del mundo se encuentran, sus numerosas alamedas, principalmente de álamos negros, que como decían nuestros antepasados en el último siglo al Gobierno, si no rinden producto, sirven para llenar el campo de amenidad; su cielo hermoso y despejado; sus abundantes, excelentes y saludables aguas y sus voladoras bandas de alegres, y pintados y candorosos pajarillos, entre los cuales sobresale y abunda el cantor de las selvas que con sus variados trinos no cesa en los meses de primavera, y aún en verano, y particularmente por las noches de alegrar el campo, hacen que sea no solo refugio en los meses de calor, sino sitio pintoresco que no acaban nunca de alabar los que han tenido la fortuna de visitarlo.


Necesariamente con lo que hemos descrito ha de tener condiciones especiales de salubridad; de ello pueden certificar numerosos médicos, como de que no se conocen enfermedades endémicas y de que rara vez llegan a tomar asiento las epidémicas, habiendo una desproporción excesiva, que puede comprobarse en el Registro Civil, entre el número de los muertos y el de los nacidos, éste siempre mucho mayor, no acordándose nadie que el cólera haya llegado hasta sus puertas más que una sola vez, el año de 1855, condiciones extraordinarias que no son de ahora solamente, puesto que en el archivo del municipio se conserva una real provisión de Felipe III autorizando al Ayuntamiento para que gaste 10.000 maravedíes de sus propios en danza, representación y regocijo el día de San Roque, porque en el año de 1599 no tuvieron peste, mientras fueron asolados otros pueblos comarcanos.

Para poder desarrollar a fondo este apartado sobre las aguas de Budia, le pregunté a mi padre - labrador de estas tierras -, que me fuera indicando el nombre de cada una de las fuentes, veneros y pozos que recordara, consiguiendo confeccionar una relación con más de 40 puntos y su ubicación en el plano, que nos servirá como índice para su desarrollo pormenorizado en este apartado.

Intentaré visitar cada uno de estos lugares y tomar referencias fotográficas completando estas descripciones, para dejar constancia de todas las fuentes, nacimientos, pilones, arroyos y veneros de Budia,… recogiendo además muestras de agua, terreno y vegetación de cada uno de los entornos reseñados en este índice.

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