Ahora se puede detectar su enclave y recorrido a través de una noguera que guarda su nacimiento en la ladera de este monte que guarda del viento a Budia y que se denomina el “Cabezo”.
Tierra color sangre típica alcarreña forja su manto y algunos cantos de cal manchados de ocre y blanco dejan lucir al tiempo sus reflejos por una senda, ofreciendo la bienvenida al viajero que se dirige al valle del Tajo por Budia, empezando a teñirse la carretera de verde al cambiar los tonos amarillentos de la planicie que se dejan olvidados en su cresta.
En tiempos de sequía, no corre el agua por este nacimiento, pero se detecta su curso por las marcas del pequeño barranquillo que ha conformado su cansino caminar hacia el arroyo de la vega.
Mi padre recuerda haber visto recoger mucha tierra en este enclave a los constructores de la zona, ya que parece ser que eran de buena calidad estos areneros y estaban muy cómodos de explotar.
Esta fuente está dentro de una finca, que era antiguamente de mi abuelo Alvaro José Alfaro Bautista y que la intercambió más tarde por otra finca que estaba junto al camino "la olmeda" para poder agrandar otra que tenía de su hacienda en la que sembraban trigo. Mi padre recuerda todavía aquel trueque.
Mientras tanto la antigua noguera que se asoma por esta loma, sigue cuidando con esmero de esta fuente denominada "líneas", señalando el origen de este nacimiento.
Esta fuente está dentro de una finca, que era antiguamente de mi abuelo Alvaro José Alfaro Bautista y que la intercambió más tarde por otra finca que estaba junto al camino "la olmeda" para poder agrandar otra que tenía de su hacienda en la que sembraban trigo. Mi padre recuerda todavía aquel trueque.
Mientras tanto la antigua noguera que se asoma por esta loma, sigue cuidando con esmero de esta fuente denominada "líneas", señalando el origen de este nacimiento.
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